25 de febrero de 2015

Els Tinars* (Llagostera)

Estrella Michelín de tradición



Marc y Elena Gascons son ya la tercera generación al frente dels Tinars (Llagostera, a 25 minutos de Girona centro) inaugurado en 1978 y con antecedentes gastronómicos que se remontan a sus abuelos, que empezaron abriendo una panadería.

Y su éxito no ha dejado de crecer en los últimos años, tanto que ha llevado a Marc a abrir su segundo restaurante en Barcelona: El Informal (en Hotel The Serras), que al igual que els Tinars sigue apostando por el Km 0 y la mejor calidad de toda la materia prima pero en un ambiente más al ritmo de la metrópolis. 

Els Tinars es sin duda una visita obligada para todo gastrónomo de paseo por Girona y alrededores.
La relación calidad precio es casi perfecta, el menú degustación de 68€ está formado por 1 aperitivo y 8 platos: 4 entrantes, un pescado, una carne y 2 postres; el agua y los cafés son caros, pasan de los 3 € cada uno (entiendo que es una forma de tener más margen de beneficio), pero eso ya lo valora cada cual. 


Tal vez el servicio es de alguna forma el pecado dels Tinars, en algún momento entre los segundos y los postres tuvimos que esperar un buen rato y se echaba de menos un poco de explicación del camarero sobre los platos (a veces había que preguntarle que era lo que comíamos). El resto del tiempo fueron atentos en su medida.


El sitio es muy bonito, situado en medio de la carretera en forma de clásica masía catalana, entre bosque y naturaleza. El interior es grande y de tonos blancos y limpios; el espacio entre las mesas es enorme, se agradece la intimidad pero al mismo tiempo da un poco de sensación de frialdad.

En cada plato se aprecia el cariño depositado y el 'gust per la tradició' del que presumen en su tarjeta de visita.
La calidad y el trato de la materia prima es la mejor y eso se aprecia en cada mordisco aunque a veces abusan de ingredientes gourmets como la trufa o el foie, que aparecen en más de dos platos.

Al final la cuenta salió por unos 150 € entre dos personas (con dos menús degustación de 68€, dos aguas de litro y dos cafés solos)

Aperitivos: Un vaso de caldo casero caliente. Rebanadas de pan casero de pueblo (buenísimo) acompañado de  dos cubos con tomate con aceite para untar y paté de olivas (los dos un verdadero espectáculo) y fuet.

Duo de foie frío y caliente, manzana cítrica, cebolla caramelizada, gelatina de moscatell Ochoa y brioche. Flipante. No soy una enamorada del foie pero esto enloquecía: el contraste de graso-dulce y frío caliente es brutal.

Crema de alcachofa con piñones caramelizados, virutas de foie y aceite de trufa. El duo foie-trufa queda genial pero le roba protagonismo a la alcachofa que queda demasiado sutil.  (Este plato no estaba en el menú).


Ñoquis cremosos de patata, salsa de mantequilla y trufa negra. Impresionante no, a un nivel superior. Tan cremosos como que se fundían contra el paladar con todo el aroma de la trufa, que queda atrapado en la grasa de la mantequilla.
Esta maravilla la ha aprovechado Marc para incorporarla a El Informal de Barcelona.

Guisantes del Maresme, tripa de bacalao y trufa negra. Aquí me sobraba la trufa. El guisante es brillante, tierno, crujiente y fresco, parecía una esferificación por como petaba en la boca. Con el bacalao quedaban muy jugosos.

Pescado del día, en este caso rodaballo a la brasa con su pilpil y calçot escalivado. Otro que merece una ola, un sabor potentísimo con la pareja del calçot y su toque dulce.

Tataki de pichón con su jugo, paté y brioche. Uno de los platos que está bien probar pero no repetiría (por gusto personal), la carne es muy potente, aunque bien cocinada y el laqueado fantástico. 

Antes de la llegada de los postres fue ese momento de larga espera que parece que se olvidaron de nosotros. Cuando llego el primer postre estábamos ansiosos y se nos olvidó sacar foto. 

Era Cítricos con bizcocho de lima dulce, sorbete de naranja sanguina y fruta de la pasión. No lo recuerdo como algo espectacular, pero el sorbete me gustó mucho.

El segundo y último postre: Chocolate caliente con contrastes, moras, haba Tonka, salvia, naranja confitada y jengibre. La combinación es muy peculiar, me quedó gusto de leche merengada por el helado (de canela) y la salvia y el jengibre dan un toque fresco interesante. Mucho mejor que el primer postre.

Café con hielo hecho de café, un detalle interesante


Petit Fours: una 'chuche' de fresa, algo parecido a un financier y un hojaldre con almendra y cabello de ángel tipo diplomático (algo blando). 

En fin, que los dos nos quedamos con ganas de probar otros platos de la carta, viendo los platos que iban pasando y el carro de postres por toda la sala, una experiencia inolvidable.

2 comentarios:

  1. Se me han puesto los dientes largos Mireia,con este maravilloso restaurante y esos platos tan exquisitos,me lo apuntare para ir cuando vaya por tu maravillosa tierra de nuevo
    Muchos besos

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  2. Veo que os lo habéis pasado en grande en este restaurante, y me quedo, de todas las cosas que nos cuentas, con eso de que "En cada plato se aprecia el cariño depositado", eso es muy importante, si transmiten eso al final uno suele quedar casi siempre satisfecho.

    Saludos!!

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